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Associate Professor at the University of Athens and Senior Research Fellow at ELIAMEP Dimitri A. Sotiropoulos wrote an article on the Greek crisis in the Sunday edition of To Vima newspaper. The article was published on 24 May 2015 and is available here.
La question de l'usage de la force armée a été au cœur des débats entre 1939 et 1945 pour construire une organisation internationale efficace pour maintenir la paix. Le résultat de ces discussions a été la rédaction du Chapitre V et du Chapitre VII de la Charte des Nations Unies, véritables innovations de l'ONU par rapport à la Société des Nations. Les rédacteurs de la Charte ont voulu créer une sorte de directoire à la tête de l'Organisation, prenant des « mesures directes » pour régler les différends internationaux et ayant les moyens (notamment militaires) de ses décisions. Le Chapitre V crée un Conseil de sécurité, organe restreint aux pouvoirs discrétionnaires, qui s'appuie sur l'entente entre les Cinq Grands pour maintenir la paix et la sécurité internationales. Le Chapitre VII prévoit quant à lui la mise sur pied d'un dispositif permettant d'agir au cas où l'ordre international serait menacé et les principes fondamentaux de la Charte violés : des forces mises à disposition (à partir d'accords spéciaux), principalement par les cinq membres permanents du Conseil et dirigées au plan stratégique...
La Cuenca del Atlántico no recibe tanta atención como otros espacios marítimos alrededor del mundo, como por ejemplo el Mar Mediterráneo, el Círculo Ártico, el Océano Pacífico o la región de Asia-Pacífico. Eso se debe, en parte, al hecho de que esta enorme área geopolítica –que incluye países de América del Norte, América Central, Europa y Estados litorales de América del Sur y de África– es muy ecléctica. Sin embargo, la gran mayoría de estos países son democracias y, en su conjunto, son responsables de la mayor parte del comercio mundial y las inversiones extranjeras, además de albergar una parte cada vez mayor de los recursos energéticos del planeta. Asimismo, cabe destacar la inexistencia de grandes rivalidades entre las principales potencias de la zona, en comparación con la situación geopolítica cada vez más compleja en otras regiones. Este documento de FRIDE destaca algunas de las principales interdependencias en la Cuenca del Atlántico, como el comercio, las inversiones y la energía, así como las principales tendencias políticas y de seguridad de la zona. El documento examina cómo están aumentando tanto los vínculos como los desafíos dentro del área, pero también las conexiones entre los países atlánticos y Asia, sobre todo China. Sobre esta base, el análisis versa sobre las perspectivas futuras de cooperación en este gran espacio marítimo.
España ha comenzado el año ocupando su puesto como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para el período 2015-2016, en un contexto mundial marcado por la creciente escalada de tensiones y de desafíos a la seguridad internacional resultantes de los conflictos de Siria, Libia y de Ucrania, entre otros. A nivel europeo, la lucha contra el terrorismo yihadista y la unión energética europea se han convertido en asuntos de gran envergadura para la Unión Europea. A nivel nacional, en el ámbito económico España empieza a recuperarse lentamente. Al mismo tiempo, España sigue en búsqueda de nuevas oportunidades de negocio, tanto con los tradicionales como con los nuevos socios comerciales.
Rusia tiene varios intereses geopolíticos en Oriente Medio y el Norte de África. Entre ellos se encuentran: contener la influencia de Occidente; mantener un orden regional autoritario estable; contener el extremismo violento suní; revertir los acontecimientos regionales que provocan la reducción de los precios del petróleo a nivel mundial; y expandir la exportación de armas y otros bienes. Sin embargo, los intereses rusos son, en ocasiones, contradictorios. Por ejemplo, su deseo de contener la influencia occidental contrasta con el de contener las fuerzas radicales suníes, puesto que Europa y EE UU también comparten con Rusia este último objetivo. Además, Rusia no cuenta con muchos recursos para proteger su influencia en Oriente Medio, la primavera árabe acabó con o ha amenazado a algunos de sus aliados clave y muchos actores regionales –incluso los cercanos a Rusia– perjudican los objetivos geopolíticos de Moscú.
Turquía ha perdido su prometedora posición en Oriente Medio y el Norte de África. Desde las revueltas árabes de 2011, el Gobierno turco, movido por la ideología en lugar del pragmatismo, ha desperdiciado su capital geopolítico a nivel regional. Ankara perdió su apuesta a favor de los islamistas en los países árabes en transición, así como la credibilidad de su apoyo a la democracia. Ello ha reducido sustancialmente la influencia de Turquía en la región. En los próximos años, es probable que Ankara adopte una postura más tradicional y cercana a Estados Unidos, su aliado, a la vez que intenta restaurar sus relaciones con las potencias regionales clave.
La naturaleza de los conflictos a lo largo del Sahel y el Sáhara ha cambiado. Los conflictos en Libia, Mali y Nigeria son ejemplos de cómo la violencia se ha convertido en un fenómeno transnacional. Al mismo tiempo, están aumentando las tensiones políticas, étnicas y religiosas. La falta de cooperación regional, sobre todo dada la rivalidad existente entre Argelia y Marruecos, facilita el movimiento de yihadistas, criminales y militantes separatistas a lo largo de toda la zona. En ese contexto, podrían profundizarse los vínculos entre los diversos grupos militantes en la región, entre ellos Boko Haram y Al Qaeda en el Magreb Islámico. Las instituciones internacionales y regionales, incluida la Unión Europea, han elaborado una serie de estrategias para el Sahel, pero necesitan mejorar su cooperación para abordar de manera eficaz la inseguridad en el Sáhara y el Sahel.
Con el fin de impedir la expansión de la inestabilidad tras la primavera árabe en 2011 y mantener el estatus quo, Israel ha empleado políticas cautas y minimalistas hacia la región de Oriente Medio. Eso se debe, en parte, a las dudas del país acerca de las posibilidades de democratización en la zona. El Gobierno israelí ha intentado no involucrarse en las transiciones árabes, a la vez que ha intentado separar los acontecimientos regionales del conflicto palestino-israelí. Sin embargo, Israel sí ha intentado mantener sus relaciones con Egipto y Jordania y comparte algunas de las preocupaciones de los Estados del Golfo sobre el ascenso del Estado Islámico y la creciente influencia iraní por toda la región. Esta semana Israel celebra elecciones parlamentarias, pero independientemente del resultado, es más probable que la continuidad, y no el cambio, caracterice la estrategia general hacia Oriente Medio y el Norte de África del próximo Gobierno israelí.
En la medida en que la violencia y la inestabilidad se expanden a lo largo de Oriente Medio y el Norte de África, la Unión Europea reconoce que sus políticas no han funcionado y ha decidido revisar su estrategia hacia sus vecinos. Muchos abogan por un enfoque europeo más geopolítico, a fin de proteger los intereses estratégicos de la Unión en la zona. Es necesario ajustar las políticas europeas a las complejidades geopolíticas de la zona, pero hay que tener cuidado para no centrarse excesivamente en la estabilidad en detrimento de la reforma política.
Se estima que un cuarto de los países del mundo son “frágiles”, en tanto que sufren de una mala gobernanza y pobreza crónica, además de ser propensos al conflicto. La fragilidad estatal es un desafío urgente para la política exterior de la UE. Por un lado, porque gran parte de los Estados frágiles se encuentra en la amplia vecindad europea, desde África Occidental hasta Europa del Este y Asia Central, pasando por Oriente Medio. Y, por otro, debido al fuerte compromiso de la UE de elaborar políticas de desarrollo más eficaces alrededor del mundo. Este documento de trabajo analiza los factores globales que llevan a la fragilidad estatal –como la competición por los recursos naturales, el crecimiento demográfico y el cambio climático– y que probablemente se intensificarán en los próximos años, y examina los diferentes tipos de Estados frágiles, que pueden ser países de renta media o Estados mucho más pobres. Asimismo, el documento explica cómo algunas potencias emergentes, como Brasil, China, Sudáfrica y Turquía, juegan un papel cada vez mayor en esos Estados, y pide a la UE que coordine mejor sus diversos instrumentos de política exterior para abordar la fragilidad estatal de manera más eficaz.
Tras años de aislamiento del resto del continente africano, Marruecos intenta mejorar su perfil político en África Occidental y en el Sahel, mediante la diplomacia religiosa, en parte para ayudar a contener el extremismo violento en estas regiones. El reino también ha aumentado sus vínculos económicos con el África subsahariana e intenta posicionarse como punto de entrada al continente africano para los inversores occidentales. Sin embargo, siguen habiendo muchos obstáculos a las ambiciones de Marruecos en África, entre ellos el conflicto sobre el Sáhara Occidental, la rivalidad con Argelia y las dudas acerca de la sostenibilidad del modelo de democratización del reino.